No pocas organizaciones terroristas son adiestradas, subvencionadas política y diplomáticamente por algunos gobiernos socialistas y árabes, configurándose una verdadera red internacional terrorista. Sus conexiones, arsenal y tácticas son tan perfectas y eficaces que incluso estados fuertes, con sistemas policiales profesionales y bien dotados, se han visto reducidos a la impotencia de presenciar a las dantescas escenas de horror y muerte que protagonizan, las más de las veces, civiles inocentes atacados por comandos terroristas o mutilados por explosivos. Lo anterior llevó a la comunidad supranacional a tratar de abordar políticas, mediante la celebración de conferencias, tratados y convenciones, que permitieran hacer un frente común para erradicar este flagelo, donde se sentaron principios como la exclusión del amparo de asilo para los terroristas, la extradición y en su defecto el compromiso que tiene el Estado que no ha entregado al delincuente, a juzgarlo en su propio país, e incluso se ha llegado a la imposición de sanciones de tipo económico para los estados que se niegan a presentar una efectiva colaboración, pues el terrorismo se ha considerado como un delito internacional, esto es, que puede ser castigado en virtud del derecho internacional por sí mismo,  al ser considerado un crimen atroz. (Extracto presentación).