Así la llamada crisis de los rehenes, acontecida entre el 17 de diciembre de 1996 y el 22 de abril de 1997, tuvo un impacto tremendo. No solo puso de relieve los problemas internos del Perú sino que también reveló una serie de desafíos para los países que de una u otra manera tienen estrechas vinculaciones con él. En el Japón, después de producida la toma de la residencia, se puso seriamente en cuestión, desde diversas perspectivas, la debilidad del sistema de manejo de crisis. Se argumentó también que los problemas no se resolverían sólo con el establecimiento de un nuevo sistema. Desde mi punto de vista, la esencia del asunto radica en el hecho de que en el Japón no tenemos suficientes conocimientos sobre la situación de diversas regiones y países del mundo, incluida Latinoamérica y, en este caso, el Perú. No podemos decir que los japoneses hayamos acumulado cuantiosos estudios sobre el Perú y otros países andinos, aunque ciertamente contemos con algunos. (Extracto introducción).