El autor afirma en esta obra: En 1989 presente este libro (cuando constaba de 1000 páginas, 2 tomos) a CONCYTEC, que no lo aprobó, pues dicha gracia había sido alcanzada al General Clemente Noel para la publicación de su libro sobre el mismo tema. Posteriormente presente el trabajo a diversos organismos defensores de los derechos humanos, tampoco tuve suerte. Igual gestión hice a petición de su secretario general Efraín Rúa –ante el sindicato de trabajadores del diario “La República”: jamás tuve respuesta. Tuve unos cuantos tropezones más hasta que gracias a la editorial San Marcos, (este libro debidamente reelaborado) ve la luz a comienzos del tercer milenio como una forma de rescatar la memoria y la historia de nuestro pueblo y como una defensa tenaz de los periodistas que murieron. Para que nadie vuelva a pensar que “los indios de Uchuraccay también son peruanos” o exclamar, en frase verdaderamente infeliz, que “todos somos culpables”. Con diversos tipos de argumentación como puede constatarse en el libro, personalidades del país, de una y otra orilla política, reafirman lo insólito de dichas declaraciones. Y como decía lucidamente Julio Cortazar: “Para que el sentimiento de lo diabólico no se siga abriendo paso entre nosotros”.