Durante el año 1989 la dinámica de la guerra ha logrado cubrir el escenario nacional y ha comprometido a vastos sectores sociales. Es por ello que el gobierno, las Fuerzas Armadas, los partidos políticos, la iglesia, organizaciones, tanto de trabajadores como de sectores medios profesionales y empresariales, desde sus particulares ubicaciones y perspectivas, consideran que nuestro problema más importante es el de la subversión armada. Sin embargo, aún subsiste una mayoría de la población independiente que percibe a la crisis económica como el problema más crítico que requiere de urgente atención. A la violencia política la colocan en un segundo plano porque les resulta más distante y nos les llega a comprometer vitalmente. Para contribuir a esta solución es necesario, en primer lugar, conocer y analizar los hechos de violencia atribuidos a los grupos subversivos armados, así como las respuestas del Estado y la sociedad. 1989 ha sido tal vez el año más crítico en cuanto a expansión de la violencia en el país, culminando una década marcada por la guerra y la crisis.