El presente texto se sitúa dentro del marco singularmente dramático de la violencia política, que habiendo estallado en los años ochenta se extendió hasta inicios de los noventa. Específicamente, brota de la experiencia de trabajo del equipo de salud mental del CAAAP con pobladores asháninka de la selva central peruana. Tanto a las psicólogas que llevaron adelante el programa, como a la dirección de aquella institución, les corresponde el mérito de haber logrado conjugar la atención psicoterapéutica de las víctimas, con el acopio de elementos valiosos para la comprensión de las poblaciones indígenas, en estrecha interrelación con el mundo que las circunda. El fruto obtenido muestra abundantemente, como niños en situaciones de desvalimiento, pueden edificar alternativas más halagüeñas, si son acompañados en su devenir, con empatía y con un horizonte de conocimientos, suficientemente vasto. Imprescindible es el seguimiento sistemático del proceso, colmado de imponderables, de altibajos, que demandan el concurso de profesionales, que mantienen una mayor distancia que los que realizan el trabajo de campo. (Extracto presentación).