El escritor Mario Vargas Llosa, en su reciente y corta visita al Perú, nos ha
sorprendido con el sempiterno y trajinado estribillo de que siempre estuvo a la
vanguardia de la defensa de los derechos humanos, entre otras perlas.
De pronto, estas expresiones han sacudido la dignidad y el corazón de
los deudos de las víctimas de los periodistas asesinados en Uchuraccay,
Ayacucho, en 1983. Con el dolor y sufrimiento todavía imborrables en su
memoria, recuerdan al escritor por su incapacidad de llegar a la verdad cuando
presidió la comisión investigadora de estos luctuosos hechos. Gilma de Retto
señaló que Vargas Llosa "ocultó ex profesamente la verdad del caso y que
por eso traicionó las lágrimas de los deudos".